A lo largo de toda la historia del hombre se nos ha inculcado sobre ella que si queremos alcanzarla debemos seguir los cánones, mantener la forma, no salirnos de la linea.
Y de pronto, cualquier día, vemos un atardecer, gente sonriendo o una luz cálida apoderándose de una habitación y comprendemos que eso también es belleza y que esa jamás ha dejado de serla para ningún ser humano.
Sencillo o complejo, con forma o sin ella, la armonía de lo sublime puede encontrarse en cualquier lugar o
instante, expresada de una o de mil maneras tan
inimaginables como predecibles.
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