¿Sabes? después de habernos acostumbrado a que nos quieran mal, sospechamos que todo el mundo tenderá a hacerlo igual. Desarrollamos casi sin querer un mecanismo para encontrarle los fallos a todo aquel que quiera tenernos a su lado. Casi sin darnos cuenta nos vamos enfriando. Lo callamos, huímos. Y sólo se da cuenta nuestra voz interior de lo que nos pasa. Esa, la que peor nos habla. Quizá es parte de esa manía que tenemos los corazones apagados de temer que vuelvan a saquearnos lo poco que nos han dejado.
Al principio todos somos muy ilusos, muy crédulos. Después, cuando aprietan el gatillo y sufrimos las consecuencias de haberlo sido, todo cambia. Le damos la vuelta a la tortilla por completo, pero mal. Ya no nos permitimos sentir, ya no nos fiamos. Ayudamos a matar al ápice de ilusión que sobrevive y con ella a nuestra propia alma. Ya sólo vemos esa mano que han bajado más de lo que debían, o esas intenciones que olvidan preguntarte como te ha ido el día. Nos vamos dando cuenta de lo que es el amor y de lo que no. De lo que lo diferencia del sexo. De lo difícil que es encontrar algo valioso y de que seguramente valga muchísimo más la pena estar sólo que con un corazón que nos haga sentir más congelados de lo que ya estamos.
-
viernes, 17 de octubre de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
🌟 Esto es para vosotros / This is for you 🌟
Art by: Maria Grejc 🌟Queridas personas que me leen: Antes que nada, gracias porque me alegra mucho verlos por aquí, leyendo lo que nunca i...

-
Todos tenemos una historia que no queremos que nadie conozca. Una de esas llena de actos que sabemos que no contaremos a nuestros descend...
-
Orcus, Garden of Bomarzo, Italy, 1950. Photo by Milton Gendel. Estoy feliz porque escogiste el camino difícil el más amargo, el menos tran...
No hay comentarios:
Publicar un comentario