Edward Kienholz, Instalación "Sollie 17" |
Tradición insensata que alimenta su razón
del soplo que la apaga,
de la anestesia que hay
en los besos de eros.
A su ego, de la vanidad de lo nuevo.
Fanática del pan
y del circo.
Del domingo de fútbol
y los lunes de suplicio.
Trueca su tiempo, su vida,
su intimidad, por lo que dice,
es felicidad.
Bolsas rebosantes.
Sensualidad lánguida.
Cocktail de indiferencia, y los ojos
podridos de no observar
las calaveras que dancean
bajo el vestido, la barba,
el disfraz.
Muerte, sin saberlo
sin saberse
sin llegar a sí mismos.
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