"Tengo otros problemas más importantes que atender que lo nuestro". Sí, lo había vuelto a dejar claro y esta vez más que nunca.
Cogí las maletas, abrí la puerta sabiendo que no lo volvería a hacer y mientras sujetaba el mango de esta, le miré una última vez a esos ojos que me habían acompañado tanto tiempo y parecían ahora los de cualquier desconocido non grato. Y de esta forma, mirándole como jamás querría volver a verlo, cara a cara, me dispuse a decir lo único que ya quedaba por decir:
"Ya tienes un problema menos".
Me viré apartando así mis ojos de los suyos para siempre y cerré la puerta de un portazo.
De lo que pasó después no sé nada, sólo llegue a conocer de una indiferencia mutua que camuflaba todo el odio y rabia propio de tal situación.
Supe entonces, a través de toda esa indiferencia fingida, qué aquella puerta se había cerrado eternamente, con un candado que nada ni nadie podrían volver a abrir nunca.
Y fue así, mirando las vistas de aquella ventana del 2º piso del café en el que me encontraba, desde dónde se cayó la venda y fui conocederá de que había hecho lo correcto y algo mejor debía estar aguardando.
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