Esos ojos que ahora se evitan, antes se quedaban horas y horas parados, tan solo admirándose.
Y esos labios que permanecen callados, tratan de disimular que aún recuerdan que alguna vez se saborearon.
No te creerían si les contaras de que algo tan aparentemente puro pudiera terminar tan putrefacto. Pero tampoco haría falta hacerlo si vieran, que entre esos ojos que se huyen, se encuentra al menos una cara, que sin decir nada, lo dice todo. Es el reflejo vivo de un "¿como hemos podido llegar a esto?" que aunque se disfrace de indiferencia, sin querer se muestra cuando le mira, haciéndolo como quien sabe que el sujeto de su antención no se percata de que lo hace.
Y suspira.
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