Aquel viaje supuso eso para mí. Una despedida a la vida que soñé aquí, por la cuál vine, con los planes que deseé. Una llegada a la tierra propia regresando sola, aceptando que así es y así estoy. Un regreso igual de solitario al otro lado del mar pero ya asimilando lo que me acompaña y lo que no.
Por supuesto, lo dejé todo encharcado por el camino. Lágrimas y anhelos se quedaron allí. En aviones y autobuses. Me traje la fortaleza para continuar. No necesito más.
Me mudé antes de coger el avión y regresé a una nueva y transtoria casa. Frente a esta hay un edificio llamado "Fortaleza." Provocó mi gracia nada más llegar porque eso es justo lo que necesito en este momento. Lo que me recuerda el portal de enfrente cada vez que salgo o entro:
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