Lo había hecho. Le había deshumedecido la cara y le había disuelto sus miedos a la soledad con un "pues yo siempre estaré ahí para ti".
Es cierto que cuando lo dijo, lo hizo como quien lo dice queriendo de veras hacerlo. Sino tampoco se habría parado a intentar ponerle diques a los ríos de nadie. Pero también es cierto que no iba a ser la tonta que se quedase aguantando como un muro de contención todo lo que se le pudiera venir abajo a alguien, sin siquiera recibir lo mismo a cambio.
Claro que le duele no haber sido fiel a sus palabras, claro que le quema haber quedado como quedan todos esos que dicen palabras ilusorias y se largan. Pero claro que también hay que quererse lo suficiente como para no serle fiel a la nada.
Y sigue siendo la chica que se corta el llanto sola, pero al menos ya no se queda esperando a que venga nadie a hacerle eso que ella estaría dispuesta a hacer, porque al menos ahora sabe que su felicidad solo depende de sí misma.
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