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martes, 24 de junio de 2014

"Sometimes it lasts in love, but sometimes it hurts instead."

Todo empezó al cruzarme con el dolor dos duras veces. Ambas casualmente en la misma noche. Fueron como puñaladas que se clavaron profundamente en mi pecho hasta hacerme dejar de sentirlo. Sobreviví, aunque no sé bien cómo porque juro que mientras le veía alejarse de mi vida una vez más, sentía que se me desangraban los sentimientos, y con ellos, las esperanzas.

Iba desapareciendo a paso ligero, perdiéndose en la oscuridad. Y mientras lo hacía, mis ojos, aunque quisieron, no pudieron apartar la vista de su espalda, la que tantas veces me dio y yo le abracé ciegamente.
Por mucho que intenté contener las lágrimas, una se atrevió a salir timidamente, desnudando así todas esas realidades que caían sobre mí y me hacían la vida un poco más resbaladiza.

Sé que hice mal al pedirle a unos brazos ajenos que me arroparan esa noche. Que no debí besarle los labios a la tristeza como si fuera alegría e ilusión. Pero estaba perdida en una mirada apagada, tropezando sin saber con qué y buscando una salida que quizá tampoco quería encontrar.
Necesitaba algo que me hiciera creer que no merecería la pena hacerme desaparecer y dejar de ser todo el destrozo que en ese momento era.

Ese día no fue el último en el que se me clavó un encuentro infortuito, pero si fue el primero de noches en vela prendidas por la ansiedad.
Desde ese día entendí porque hay quien no puede aguantar esa presión que desgarra el pecho y se la quita junto a la vida. También entendí el porqué de todas las canciones y poemas que hablan de balas, armas, y otras muertes que se incrustan en corazones.
No sé si me explico, aunque imagino que tan solo lo haré para aquellos pobres que también lo hayan vivido. Y digo "pobres" porque es morir en vida. Son ojeras, cansancio, querer dormir y no poder porque algo en ti no te deja. Son nervios, sentir que el mundo te está devorando y tener que chillarte hacia dentro el dolor por intentar simular que no hay locuras insanas en ti. Y un malestar en el lado izquierdo que no te deja ni soñar despierto.
Todo eso te va consumiendo y creo que llega un día en el que o te liberas de ello hacia fuera, o destruyes toda posibilidad de gritártelo hacia adentro, empezando por ti.

Sí, ha sido desde ese día que he sentido como me deshacía por dentro en silencio.
Y me ha sorprendido que en medio de todo el caos y desorden que ha habido en mi mente, haya sido capaz de no caer y de sacar sonrisas de dónde aparentemente no las habían, ni las podrían haber. De lograr cosas que cuando vi ese panorama, pensé que no podría lograr.

Sólo falta que llegue un clavo capaz de sacar el otro del que yo sola no consigo liberarme.

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