A priori el ejercicio parece sencillo Pero las palabras también pueden Tejer una maraña de confusion Sin apenas uno darse cuenta Es parte de la función Fusión Qué tragedia, Qué tragicomedia Qué maravilla La magia que las habita A las palabras, a nosotros, a la vida Son conjuros Hechizos que se lanzan Como avisa la tradición tolteca
Hoy he vuelto a ver a Joaquina. Por si fuera poco una, me la he cruzado hasta dos veces en menos de tres horas. En cada cruce me dio muchos achuchones y besos de abuela que te quiere como si en verdad fueras su nieta. Mucho cariño. Me alegró la tarde en un momento.
A Joaquina la conocí en Almería hace alrededor de un mes...
Salí a pasear sola para despistar un poco la pena. Y allí estaba ella, sentada en un tramo del paseo del Zapillo, con su carrito de la compra rojo burdeos, frente a un puestito de venta de libros muy próximo al auditorio. Tardé poco en percatarme de su presencia. A decir verdad, yo solo quería un punto donde la brisa diera fuerte porque el calor era insoportable, y ese sitio era aquel. La melancolía volvió a atraparme. Sentada ahí, enajenada en la música de mis cascos y en el desamor, llorando desconsolada. Hasta que, milagro del señor, decidí girar mi cabeza y entonces sí la vi. Era una anciana que, al igual que yo, también lloraba desconsolada. Secaba sus lágrimas sin notar mi mirada furtiva. Entonces pensé: "¿Por qué no?." Y me dejé llevar por la persona que quiero llegar a ser.
Cuál niñas que juegan en un parque:
Dije: Hola
Giro su cabeza sin demasiada sorpresa pero con extraño: Hola
¿Cómo te llamas?
Joaquina
Encantada, yo Alejandra
Empezamos así y terminamos contándonos la vida
Y en su mirada entendí que ella lloraba porque se veía muy mayor. Aún vive el hombre que siempre la amó. Tienen vejez pero también salud. E hijos y nietos. Me contó que su hombre es bueno. Aunque no ayuda mucho en casa, no le exige a ella que haga nada.
Le conté de mi corazón roto y la aventura desvanecida que me llevó allí. Me dio consejos de vida tal y como si fuéramos familia:
Quiérete tú, cuídate. Vive, vive, cómete el mundo. Si no te quiere, no merece la pena. Cosas mejores te aguardan.
Yo le insistí en que a sus ochenta y pico años ella está excelente. Dando sus paseos y con la mente en su sitio.
Y despidiéndonos entre abrazos y besos y frases bonitas para darnos fuerzas
aquellas que llorábamos
nos fuimos alegres.
Ahora han pasado varios días desde que escribí lo anterior. Sigo coincidiendo con Joaquina. Ella se alegra de verme y tener una compañía jovial y yo me alegro del cariño que me da cada vez que me ve y del conversar.
Hay actos simbólicos necesarios que sirven para marcar un antes y un después. Como proceso para clarificar al inconsciente un suceso/hecho.
Aquel viaje supuso eso para mí. Una despedida a la vida que soñé aquí, por la cuál vine, con los planes que deseé. Una llegada a la tierra propia regresando sola, aceptando que así es y así estoy. Un regreso igual de solitario al otro lado del mar pero ya asimilando lo que me acompaña y lo que no.
Por supuesto, lo dejé todo encharcado por el camino. Lágrimas y anhelos se quedaron allí. En aviones y autobuses. Me traje la fortaleza para continuar. No necesito más.
Me mudé antes de coger el avión y regresé a una nueva y transtoria casa. Frente a esta hay un edificio llamado "Fortaleza." Provocó mi gracia nada más llegar porque eso es justo lo que necesito en este momento. Lo que me recuerda el portal de enfrente cada vez que salgo o entro:
Desconozco los planes de la vida. Solo sé que tiene sus asuntos que no dependen de mí ni nadie. Aceptarlo es un proceso incómodo pero es tremendo como libera. Lo importante es hacer lo que sea de corazón, desde la autenticidad y desde el amor.
El señor al otro lado del teléfono me dijo que no podía darme esa información, no podía descifrar su nombre. "Protocolos" me dijo. Pero sí que compartió algo muy importante. Importante y sencillo:
Mirá, cualquier cosa que hagas o pienses hacer, antes párate y pregúntate: ¿Lo estoy haciendo desde el amor o lo estoy haciendo desde el miedo?
Hice el ejercicio. Lo medité.
Ya sé que es un cuestionamiento muy sencillo, pero sencillo no significa simple. Para nada. ¡Y cuánto se nos olvida lo más fácil y obvio! Fue claro y conciso. Cambio mi estado mental y energético, y llevo un mes acordándome de ese extraño que tan amorosamente me sostuvo cuando no había nadie alrededor.
Debo admitir también que me emociono y lloro al pensar en la cantidad de personas desconocidas que me han dado apoyo incondicional en este fático mes. Los abrazos inesperados. De personas que estaban a mi lado por otros motivos (como comprar una cocina, o venderla, o paseando, o enseñándome un piso u ofreciéndome un servicio del día a día). Muchas caras vienen a mi mente: Joaquina, José, Agunda, Iván, Silvia, Pilar, Santi, Rosario, Alfredo e Iván, Aníbal y su mujer o Mitxel y Miren. O conocidos, como Daniela, Jaime. Y por supuesto mi familia. Que ha demostrado todo el amor que son y que dan, un valor inmenso.
Por eso estoy en paz. Porque agradezco y veo mi valor y el de los otros. Y me admito capaz de amar pese a las diferencias superfluas. No me importa que pienses distinto en política o en lo que sea que apliques a cómo vivir tu vida, mientras seas buena persona. Claro que duele que quién esperabas que te reconociera no lo haga. Duele mucho. Pero repito: aunque uno haga sus planes, es la vida la que los ordena y decide el camino. Este ha sido el golpe de realidad. Y la frase que más he escuchado de tantas personas buenas repetida en cada cara: esto ha pasado porque algo mejor te aguarda. Otro bonito mantra.
Ya sé que esto es una pequeña mota de polvo en el universo. Pero las emociones importan. Sostener y escuchar a los otros importa. Arropar sin juzgar importa. Ser más humanos en una sociedad tan consumista importa. La mayoría de males de la humanidad es por falta de escucha, por tragarse las lágrimas y el dolor, lo que molesta o daña, y hacer como si nada. Las emociones que tan absurdas parecen para algunos al ser expresadas: son la vía de escape de los males, siempre que hayan corazones nobles que nos arropen. Es una cuestión humana.
No quería hablar de mí, pero no puedo hacerlo de otra forma: desde mi y la naturaleza que me habita es desde dónde puedo ofrecer.
Os quiero contar la historia de Joaquina, porque fue un bello e improvisado encuentro. Pero eso en otro ratito.
Hasta la próxima, amores
"Lo que diferencia a los géneros literarios unos de otros, es la necesidad de la
vida que les ha dado origen. No se escribe ciertamente por necesidades literarias,
sino por necesidad que la vida tiene de expresarse."